miércoles, 27 de octubre de 2010

Venezia senza te (o tantísima confusión)

Siempre había deseado visitar Venecia. Quizás porque siempre pensó que le quedaba demasiado lejos, viéndose en sus canales como quien se imagina tomándose una foto delante de la ópera de Sydney. Sin embargo, se hacía imposible advertir que el embrujo de sus callejuelas entrelazadas o la oscura y soberbia elegancia de la basílica de San Marcos siempre eran la antesala de algo peor. La especie de limbo en la que era capaz de sumergirla sólo era digna de ciudades como Venecia. Durante sus habituales y -hay que decir- recurrentes viajes a la ciudad de los balcones románticos y Cassanova era capaz de ser feliz, y si no, al menos intentarlo. Apreciaba sobremanera el ambiente nocturno, cuando todo aparentaba normalidad y rebosaba misterio, cuando los turistas estaban ya en su habitación de hotel haciendo memoria del día, revisando las cámaras digitales y cargándolas, a la espera de otro día monumental antes de bajar a Florencia, a casa o a cualquier lugar ya programado

Venecia era la ciudad de sus desencuentros, de sus pérdidas; y a pesar de ello no podía hacer otra cosa que adorarla. Como sucede en una relación ya viciada desde hace tiempo pero que intentas mantener encendida, cuando temes dar demasiado, cuando no puedes arriesgar, no puedes caer otra vez porque sabes que algo, tarde o temprano saldrá mal, pero es imposible resistirse. Es una entrega paulatina, hiriente, consciente. Deseaba que sus estancias fueran permanentes, sabía que volver le depararía desagradables sorpresas...no, sorpresas no -se había ocupado de colgar una etiqueta de ilusión de la última "a" de la palabra "sorpresa" - ,desengaños.

Pero volvió a casa, y volvió a Venecia sin él, y volvió a volver a casa. Después de un largo día juntos, por la noche y en la cama le dijo que cada vez parecían más una pareja, después vino la pausa para publicidad. Se miraban, perdían sus ojos en el horizonte, mirando una ventana entre abierta, pero sin mirar nada. Él dijo que iba a escribir. Ella se tendió en la cama y jugó a ser una princesa hasta que se quedó dormida. No lo esperó, ni lo volverá a hacer.

- ¿Qué te pasa, estás dormida?
- Sí

Beso en la frente.

miércoles, 23 de junio de 2010

È inutile che fai il Woody Allen con me!

Man is in love, and loves what vanishes
W.B Yeats

"Esta respuesta de Helen en la película Sliding Doors se refiere a un modelo de masculinidad bastante difundido en la cultura contemporánea: "el Woody Allen" - el modelo masculino neurótico. John Beyond lo define como un "hombre desmasculinizado, patético, inadecuado, vulnerable e inseguro".

La imagen de Alvy Singer en "Annie Hall" está construída en base a un hombre paralizado a causa de ésta neurosis, hasta el punto de resultar completamente incapaz de divertirse, de encontrar placeres y, sobretodo, satisfacción. Esta es la causa principal de la ruptura con la coprotagonista, Annie. Es, al igual que sucede con el personaje de Rob en High Fidelity, la incapacidad de moverse debida al miedo a la pérdida, la causa principal del fracaso en sus relaciones. Esta crisis, que caracteriza a los personajes de múltiples comedias, deriva de un malestar interior nacido del deseo masculino de intimidad y libertad, de amor y libertinaje, compromiso e independencia al mismo tiempo.

En Alta Fidelidad, Laura trata de poner fin a la retrospectiva autoindulgente de Rob invitándolo a concentrar la atención sobre el presente. Más que animarlo a indagar las causas de ese miedo a la muerte y las relaciones personales, trata de demostrarle cómo esos miedos se manifiesta en su vida. Le dice que está tan preocupado por reflexionar cada mínima decisión que, cuantas más puertas cree que está abriendo, más se le cierran. Sin embargo, los esfuerzos de la protagonista resultan en vano al percibir que el verdadero problema está basado en el conflicto entre la idealización de las relaciones de pareja que tiene desde la juventud y la realidad de las mismas en la vida adulta.

El hombre desmasculinizado viene, por tanto, representado en los textos narrativos como dependiente de una compañera femenina dominante, en términos de guía emotiva, organización y justificación moral."

Louise Compagnone

domingo, 14 de marzo de 2010

Correspondencia

Debido a este absurdo insomnio -que ni descansa ni me deja descansar- encontré por casualidad algunas de las cartas que James Joyce escribió a Nora Barnacle. Parece ser que por entonces algunos sí sabían como hacer lo más llevadera posible una relación a distancia. Disfrutadla.

"Queridísima: tu telegrama se encontraba en su corazón aquella noche. Cuando te escribí aquellas últimas cartas, era presa de absoluta desesperación. Pensaba que había perdido tu amor y tu estima… como bien merecía. Tu carta de esta mañana es muy cariñosa, pero estoy esperando la carta que probablemente escribirías después de enviar el telegrama.
Todavía no me atrevo, querida, a mostrarme familiar contigo, hasta que no vuelvas a darme permiso. Tengo la sensación de que no debo hacerlo, a pesar de que tu carta está escrita en tu antiguo tono familiar y pícaro. Me refiero a cuando hablas de lo que harás, si te desobedezco con respecto a cierta cuestión.
Voy a aventurarme a decir sólo una cosa. Dices que quieres que mi hermana te lleve ropa interior. No, querida, por favor. No me gusta que nadie, ni siquiera una mujer o una niña, vea cosas que te pertenecen. Me gustaría que fueras más cuidadosa y no dejases ciertas ropas tuyas por ahí, quiero decir cuando acaban de llegar de la lavandería. Oh, me gustaría que mantuvieras todas esas cosas ocultas, ocultas, ocultas. Me gustaría que tuvieses gran cantidad de ropa interior de todas clases, de todo tipo de colores delicados, guardada, planchada y perfumada.
¡Qué terrible es estar lejos de ti! ¿Has aceptado de nuevo en tu corazón a tu pobre amante? Voy a estar impaciente por tu carta y, sin embargo, te agradezco tu cariñoso telegrama.
No me pidas que te escriba una carta larga ahora, queridísima. Lo que he escrito me ha entristecido un poco. Estoy cansado de enviarte palabras. Nuestros labios pegados, nuestros brazos entrelazados, nuestros ojos desfalleciendo en el triste gozo de la posesión me complacerían más.
Perdóname queridísima. Tenía intención de mostrarme más reservado. Y, sin embargo, debo añorarte y añorarte y añorarte."

James Joyce.
22 Noviembre 1909
44 Fontenoy Street, Dublín.



martes, 9 de marzo de 2010




Para cuando todos se dieron cuenta de que no era la última vez, la lluvia ya empapó demasiado su pelo negro. Ya lo sabes, si el pelo está mojado no tenemos nada que hacer, se acabará encrespando de todas formas.

Un tímido soplo de aire tibio desató la calma que precede al huracán. Y el huracán arrasó, arrasó a su paso a viandantes y turistas, a músicos y profesionales con trabajos antiguos. Pero sólo dejó a su paso paz y cabellos revueltos, enredados, cada vez más relucientes a cada paso. A cada suspiro. A cada lágrima.

martes, 19 de enero de 2010


-Y por qué no lo has puesto verde?Nunca jamás es verde.
Y sin pensarlo ni por un minuto respondió:
-Pues para mi es rosa.
La conversación se acabó ahi.