miércoles, 19 de agosto de 2009

Lo correcto, los errores y los tiempos no verbales

No sé. Las dos palabras que resumen todo pero no nos dicen nada. ¿Por qué? no sé. El apuesto y galán diente de león hablaba de paraísos insalubres, de noches en vela al borde de la cama sujetando paños húmedos. Sus miradas se cruzaron, pero ninguno de los dos era capaz de decir con seguridad lo que había pasado. Tal vez era arriesgar demasiado, quizá el miedo había podido con ambos. A lo mejor siempre hubo demasiadas dudas. Demasiadas para un texto tan corto.

Mientras las gotas se reflejaban en un documento de word, ella se tambaleaba empapada en una habitación extraña, verde (si al menos hubiera sido roja...) plagada de recuerdos y de vida ya casi olvidada. Otra vez sus ojos se encontraron, se vieron con la nitidez que la distancia les permitió. Sin darse cuenta se acordó de su sonrisa, esa que siempre le dijo que no perdiera. Y se acordó de la niña de la película mientras apartaba folios, planes de estudios y convalidaciones. La niña que accidentalmente cruza un tunel y se ve obligada a vivir en un universo paralelo, la misma que logra salvarse y, al volver se da cuenta de que todo es como antes, aunque haya pasado un año (o medio).

Siempre declaré que era adicta a los paréntesis y a los puntos suspensivos. Que me gusta Al Pacino cuando hace de Michael Corleone. También el tabaco, el humo, y el olor a gasolina...pero eso no es ningún secreto.