martes, 9 de marzo de 2010




Para cuando todos se dieron cuenta de que no era la última vez, la lluvia ya empapó demasiado su pelo negro. Ya lo sabes, si el pelo está mojado no tenemos nada que hacer, se acabará encrespando de todas formas.

Un tímido soplo de aire tibio desató la calma que precede al huracán. Y el huracán arrasó, arrasó a su paso a viandantes y turistas, a músicos y profesionales con trabajos antiguos. Pero sólo dejó a su paso paz y cabellos revueltos, enredados, cada vez más relucientes a cada paso. A cada suspiro. A cada lágrima.

1 comentario:

Maktub dijo...

me gusta mucho esta entrada