¡Dichosa Sophie! El Juego había vuelto a empezar. Felicidad en estado puro, bruto, natural, volcánico...¡Qué gozada! Era lo mejor del mundo.
Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que el costo, coca, crack, chutes, porros, hachís, rayas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, LSD, éxtasis.
Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, una orgía, una paja, el sexo tántrico, el Kama Sutra, las bolas chinas...
Mejor que la nocilla y los batidos de plátano, mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del milenio.
Mejor que los andares de Emma Peel, Marilyn, la Pitufina, que Lara Croft, Naomi Campbell y que el lunar de Cindy Crawford.
Mejor que la cara B de "Abbey Road" , que los solos de Hendrix, mejor que el pequeño paso de Neil Amstrong sobre la luna, el Space Mountain, Papá Noel, la fortuna de Bill Gates, los trances del Dalai Lama, las experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágeno de los labios de Pamela Anderson.
Mejor que Woodstock y las naves mas orgásmicas, mejor que los excesos del Marqués de Sade, Riambaud, Morrison y Castaneda.
Mejor que la libertad. Mejor que la vida.
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